Improvisación y Comunización

Mattin


Traducido del inglés por Rodrigo Rios Zunino, para la revista Aural del Festival de Arte Sonoro Tsonami (Valparaiso, enero 2014).



Podríamos ver la improvisación como una forma de hacer música que toma la actividad como punto de partida más que enfocarse en un producto final. Las prácticas improvisadas anticipan algunos problemas en cuanto a su apropiación – especialmente si tomamos en cuenta su naturaleza colaborativa y la forma en que aborda la relación entre el yo y el colectivo. Con este texto me propongo examinar las conexiones específicas entre improvisación y comunización, con el fin de reconsiderar la noción de libertad en la improvisación actual y su potencial de generar una acción colectiva más allá de las expresiones individuales. ¿Cómo puede ser la improvisación una “praxis de la libertad” en condiciones de falta de libertad?



Actualmente, la improvisación y el tipo de subjetividad que propone tiene más en común con el capitalismo contemporáneo que nunca antes, por medio de su énfasis en la toma de riesgos, adaptarse rápidamente a situaciones inesperadas, la seguridad en sí mismo en situaciones difíciles, dar con distintos enfoques y adoptar un sentido constante de fragilidad y crisis.1 La improvisación libre surgió del free jazz y la música contemporánea en los años 60 en Europa y Estados Unidos y en oposición a la relación entre intérprete y compositor, se supone que no posee lenguajes, normas o jerarquías entre los ejecutantes. Su producción y recepción suceden simultáneamente sin ninguna fase de preparación. Debido a esto, se pensaba que la improvisación desafiaría su propia mercantilización más que cualquier otra forma de hacer música. En los 60s los improvisadores vincularon estas cualidades a un potencial político radical,2 pero en algún momento las limitaciones del potencial político de una práctica de nicho vinculada a la tradición avant-garde se hicieron evidentes para algunas personas. Este fue uno de los elementos clave en la disolución de la Scratch Orchestra3 y por qué personas como Cornelius Cardew dejaron de improvisar y se hicieron miembros del Partido Comunista de Inglaterra.4


Echemos un vistazo a algunas de las similitudes entre la comunización discutida por Théorie Communiste y la improvisación: porque ambas están contra la noción de programas prescriptivos, enfatizan la actividad sobre el producto, cuestionan la representación y luchan por las relaciones sociales sin mediación. Ambas perspectivas desafían las relaciones de propiedad al proponer la actividad humana colectiva más allá de la relación sujeto/objeto capitalista. Soy consciente de los problemas que surgen al unir una práctica artística y un trabajo revolucionario teórico, pero debemos tener en cuenta el tipo de cuestionamientos políticos y compromisos que la improvisación ha experimentado desde los años 60. Las teorías de Théorie Communiste alrededor de la comunización resuenan con ciertos aspectos de la improvisación, mientras que también cuestionan y problematizan el potencial de la improvisación en la actualidad. Comunización, como se entiende en este texto, es la producción de comunismo por medio de la abolición de todas las relaciones sociales capitalistas y las mediaciones que conllevan: mercancías, intercambio, clases, propiedad, divisiones del trabajo, el Estado, trabajo asalariado y relaciones de género tal y como las conocemos hoy en día. Comunización es el proceso revolucionario que elimina estas formas como parte de la lógica del proceso revolucionario y la expansión de la revolución. Tomar en cuenta las ideas de la comunización significaría entender la improvisación no como una forma de prescripción o prefiguración, ni como una vanguardia ejemplar de la actividad del presente. Esto es precisamente lo contrario a la improvisación, tal como es entendida históricamente por aquellos que la han teorizado como la praxis de la libertad en el presente.


La inestabilidad de la Improvisación


Si podemos hablar de actividad humana infinita en el comunismo, es debido a que el modo capitalista de producción ya nos permite observar – aunque contradictoriamente y no como un 'lado bueno' – la actividad humana como un flujo social global continuo, y el 'general intellect' o el 'trabajador colectivo' como una fuerza dominante de la producción.


La improvisación por sí misma puede no cuestionar directamente las relaciones de propiedad, sin embargo plantea algunos problemas cruciales, por ejemplo, con respecto a la propiedad intelectual. En los Estados Unidos si quieres obtener el copyright de una improvisación con la Sociedad Americana de Compositores, Autores y Editores (conocida comúnmente como ASCAP), tienes que transcribir todo el material a una partitura musical (ten en mente el nivel de abstracción presente en la música improvisada) y dividir la atribución de autoría. Por ejemplo, si el grupo es un trío, a cada miembro se le asignaría un 33.3 por ciento. Este problema conceptual enuncia las contradicciones detrás de la propiedad intelectual y su necesidad de autoría y divisiones del trabajo. La improvisación toma la actividad como punto de partida, pero es una actividad de auto-negación, en el sentido de que trata constantemente de socavar sus propias convenciones. El lenguaje de la improvisación también difiere de otras prácticas artísticas que dependen de términos tales como: estabilidad y fijeza, obras de arte, piezas y proyectos, los cuales inevitablemente presuponen un autor detrás de la obra y un producto del trabajo, por más elusivos que estos sean. Dichos términos prevén un marco cerrado donde existe una proyección de lo que la obra podría terminar siendo, o en lo que podría convertirse. Esto se asemeja a un modo de producción transicional, que se opone a la comunización. En cambio, la improvisación intenta eliminar jerarquías y divisiones repudiando las partituras y la noción de compositor. Tony Conrad ha escrito sobre sus improvisaciones colectivas con Marian Zaazela, La Monte Young y John Cale entre 1963-65, particularmente que en contraste a otros tipos de música, lo que ellos querían llevar a cabo “era prescindir de la partitura y por ende de las trampas autoritarias de la composición, pero manteniendo la producción cultural en la música como una actividad”.5 La improvisación, enfatizando la actividad como performatividad radical – como una atención colectiva extrema a la última instancia en la cual cada momento podría cambiar el estado de las cosas – también propone un enfoque anti-programático que cuestiona los momentos de mediación. No tiene un momento transicional antes de su realización (ensayo, composición o preparación); su realización es inmanente a su producción y no hay etapas diferentes entre las dos. Históricamente la improvisación ha sido también muy consciente de su propia mercantilización. A comienzos de la década de 1970, Cornelius Cardew habló sobre la imposibilidad de registrar la improvisación: “la improvisación es el presente, sus efectos podrían permanecer vivos en las almas de sus participantes, ambos activos y pasivos (es decir, oyentes), pero en su forma concreta se va para siempre desde el momento en que ocurre, tampoco tuvo una existencia previa antes del momento en que ocurrió, por lo que tampoco hay una referencia histórica disponible”.6 Lo que más se oye acerca de la improvisación es un sentido implícito de acción y auto-suficiencia, lo cual es extremadamente cuestionable hoy en día como una “perspectiva alternativista”. Por ejemplo, Conrad, junto al Dream Syndicate, pensaron en lo que estaban haciendo como una actividad pragmática que otorga satisfacción en la comprensión del momento.7 Desde una perspectiva contemporánea, Bruce Russell va mucho más allá cuando define su Improvised Sound Work (ISW – Trabajo Sonoro Improvisado), como una práctica creativa autónoma que podría generar formas de consciencia que son contra-ideológicas y anti-capitalistas.8 Escribiendo sobre las prácticas Situacionistas de la dérive et détournement (deriva y tergiversación), explica: “La virtud de estas prácticas depende de la forma de consciencia que ellas engendran; el objetivo era producir un nuevo tipo de persona que habitara una nueva sociedad. Yo creo que este mismo tipo de efectos subjetivos podrían derivarse de las prácticas artísticas sonoras de ISW, surgiendo de la invención de un nuevo medio. En particular, estas prácticas son anti-jerárquicas, en red, improvisadas y limitadas al campo de la producción restringida, actuando como el cine anti-Espectacular de Debord, como una crítica inmanente de la cultura misma”.9


En las condiciones actuales, la afirmación de que la improvisación tiene una posición crítica sobre el capitalismo y que puede producir momentos autónomos que son contra-ideológicos, no solamente parece alimentar la idea de esta práctica como un nicho autocomplaciente del avant-garde, sino también podría ser visto como un acto de auto-inversión en forma de capital cultural. Tenemos que tomar en cuenta que la improvisación es cómplice de la industria cultural al igual que otras formas de hacer música, por medio de conciertos, discos, festivales y revistas. En vez de fetichizar sus pretensiones de producir experiencias no mediadas, la improvisación debiese cuestionar sus propias mediaciones tanto mirando los hábitos y reglas informales que ha desarrollado a lo largo de los años, como sus relaciones con las condiciones materiales presentes.


Comunización


No hay nada que afirmar en la relación capitalista de clases; ni la autonomía, ni las alternativas, ni el afuera, ni la secesión.


- Endnotes, “¿Qué vamos a hacer?”


Hoy en día, los grupos políticos ultra-izquierdistas tienen diversas maneras de tratar con la noción de comunización. El término ha existido bastante tiempo y se ha desarrollado más por grupos políticos de la ultra-izquierda francesa, en la estela de Mayo del '68. Hay dos líneas principales que toman las políticas de los Situacionistas como un punto de partida, pero luego difieren ampliamente. Una perspectiva es teorizada por el medio influenciado por el post-estructuralismo alrededor de Tiqqun y Comité Invisible: ellos abogan por la acción directa y el éxodo, e iniciar el proceso de comunización de forma inmediata por medio de su escisión de la sociedad. Su enfoque insurreccionista contiene residuos de la crítica post-Heideggeriana de la tecnología. Esta línea es fuertemente criticada por grupos como Théorie Communiste, Endnotes, Blaumachen y Riff Raff,10 que consideran que este enfoque es, lo que ellos denominan, una “perspectiva alternativista”. El surgimiento de Théorie Communiste en los años 70 en Francia se vio influenciado por Louis Althusser, por lo tanto su visión es más estructuralista y menos utópica y moralista que la de Tiqqun y Comité Invisible. Con una dosis refrescante de anti-humanismo cuestionan duramente la posibilidad de una acción subjetiva y no afirman que la separación de la sociedad sea posible. Théorie Communiste estudió los diferentes cambios del capitalismo, así como también las luchas sociales y hacen evaluaciones sobre cómo debe de ser la revolución hoy en día. Menos sugerente y más descriptivo, Théorie Communiste tiene mucho cuidado de no prescribir cómo debiese proceder la revolución, ya que esto traería de vuelta lo que ellos llaman “programatismo”.


En su análisis de los fracasos de revoluciones anteriores, Théorie Communiste ha llegado a la conclusión de que en los movimientos previos de la clase obrera, no se abolieron como trabajadores ni tampoco destruyeron la forma-valor,11 debido a que su agenda era reafirmar el trabajo, no abolirlo junto con el capital. Théorie Communiste llama a este tipo de políticas 'programatismo'.12 Afirman que el capitalismo nunca ha sido seriamente desafiado por él y que el momento histórico del programatismo hace tiempo ha quedado atrás. Para ellos, programatismo se refiere a cualquier ideología que proponga que se tomen medidas para y después de la revolución. Aquí se puede incluir a todos los partidos, sindicatos y organizaciones que adhieren al poder e identidad de los trabajadores. También se refiere a ideologías que prescriben a un programa de transición, tal como obtener los medios de producción primero, luego la toma del Estado y gradualmente los resultados de la revolución, o aquellas ideologías que presentan demandas de mejores salarios y condiciones de trabajo.


Según Théorie Communiste, el fin del programatismo se produjo con la recuperación capitalista de las luchas de las décadas del 60 y 70, sobre todo cuando algunas de las demandas hechas por el movimiento Autonomía en Italia (como romper con la rigidez Fordista), ayudaron a dar forma al tipo de neoliberalismo que tenemos hoy en día. “La auto-organización es el primer acto de la revolución; luego se convierte en un obstáculo que la revolución debe superar”; este subtítulo de su folleto sintetiza el problema claramente. Cualquier prefiguración de como podría ser una sociedad post-capitalista es neutralizado, absorbido y valorizado, ayudando así al capitalismo a superar sus propias contradicciones internas. Esto es aún más grave para los artistas que hemos interiorizado la ley del valor en nuestros cerebros hasta el punto que, incluso si no sabemos exactamente lo que estamos haciendo, ya podemos especular sobre el valor potencial en diversas formas (cultural, experiencial, económico). Por ahora, parece estar claro que no podemos participar de la revolución teniendo una agenda. Tendremos que improvisar, ya que realmente no sabemos cómo se vería el mundo sin la forma-valor.


Bajo el capital financiero de hoy, el rol del trabajador está perdiendo protagonismo. Como sostiene Michael Hudson, el circuito ya no aparece como dinero-mercancia-dinero sino como dinero-dinero,13 lo que significa que el proletariado ya no es tan importante en la creación de valor como lo era antes. Contamos también con la producción de un exceso de población que no puede ser integrado dentro del circuito de la producción mercantil. El proceso de individualización y fragmentación que está generando el capitalismo por medio de la deuda, ayuda además a anular la mirada programatista en la que podemos luchar por la revolución (y finalmente el comunismo), a través de un proceso de apropiación de los medios de producción. Bajo esta rúbrica, podemos tomar la teoría de Théorie Communiste como una fuerte crítica a la noción de los bienes comunes (o procomún). A menudo, el debate sobre los bienes comunes se asemeja a la perspectiva alternativista, como si fuese posible tener un equilibrio constante entre la propiedad privada y los bienes comunes. Como Marx, después de David Ricardo, nos señala: “La esencia subjetiva de la propiedad privada, la propiedad privada como una actividad en sí misma, como sujeto, como persona, es el trabajo”.14 Después de esto, la respuesta de Théorie Communiste al argumento de los bienes comunes sería que a menos de que se elimine el trabajo por completo y la forma-valor del capitalismo, estos mantendrán su auto-reproducción. La abolición de la forma-valor también implicaría un proceso de auto-abolición, ya que nuestra subjetividad – como la concebimos hoy en día – es, en gran medida, producida por el capitalismo. Esta no es una perspectiva catastrófica o pesimista, sino una más bien realista que proviene del análisis de los fracasos de las luchas de clase anteriores. No hay una manera ética o responsable de lidiar con el capitalismo. Tomando en cuenta la cita anterior de Endnotes, no podemos plantearnos positivamente bajo las condiciones actuales y sin eliminar la forma-valor, no podremos abolir la propiedad.


Periodización


Otro término clave para comprender la teoría de Théorie Communiste es su uso de la noción de periodización.15 Según ellos estamos viviendo un período histórico específico en el capitalismo, lo cual hace que las posiciones alternativistas y programatistas estén obsoletas. Esta ruptura histórica emerge de las distinciones entre lo que Marx llamaba “subsunción formal y subsunción real”, y más específicamente, lo que ellos denominan la “segunda fase de la subsunción real”, la cual aconteció en los años 60 y 70. En sus borradores de Capital, Marx diferencia la subsunción formal, en la cual el capitalismo se apropia de las viejas formas de producción y las integra en el circuito del capital, de la subsunción real, la cual ya no se basa únicamente en los procesos de trabajo, sino también produce las condiciones de trabajo a través de la innovación tecnológica y la organización social del trabajo. En la subsunción real, el capital ya no subsume formalmente el trabajo a su proceso de valorización, sino que cambia la forma de todo el proceso por completo para sus propios intereses. En este proceso, la reproducción del proletariado y la reproducción del capital están cada vez más entrelazados. Por medio de la subsunción real, el capital “integra los dos circuitos (de reproducción de la fuerza de trabajo y reproducción de capital) como la auto-reproducción (y auto-presuposición) de la relación de clases en sí misma”.16 Hoy en día la deuda acelera este proceso en un loop de retroalimentación, un proceso no-reproductivo canibalizante donde “solo creamos valor para el capital a través de la extracción de nuestra deuda (es decir, no creamos valor – no debido a masivas, quizás desorganizadas, oleadas de incumplimientos y deflaciones burbuja, sino porque no es de ahí de donde proviene el valor)”.17 Actualmente, esta interminable abstracción del capitalismo está llegando a una universalidad que nunca antes habíamos visto. Sin embargo, esto se hace negativamente a través del aumento de la deuda, lo que sacude hasta cierto punto la teoría del valor del trabajo. Vale decir, donde el trabajo es expresado en valor y la medida de la duración del trabajo es expresada en la magnitud del valor del producto.


El concepto tradicional de fetichismo de la mercancía – como la inversión donde los humanos son dominados por los resultados de su propia actividad – puede bien ser traducida hoy en día como la noción de que los humanos son dominados por las necesidades de su propia auto-inversión. Esto claramente va de la mano con la comprensión que tiene Théorie Communiste sobre la subsunción real, como en constante evolución y siempre en crisis: “La subsunción real del trabajo (y por ende de la sociedad) bajo el capital, es por naturaleza siempre inacabada. Es de la naturaleza de la subsunción real el alcanzar puntos de ruptura, porque la subsunción real sobredetermina la crisis del capital como una cualidad inconclusa de la sociedad capitalista”.18


Si tomamos en cuenta esta cita y la comprensión de Théorie Communiste de la subsunción real, la noción de libertad en el contexto de la improvisación es radicalmente cuestionable. No debemos partir presuponiendo nuestra libertad sino cuestionar nuestra falta de libertad.


Estas son dos afirmaciones clave: (1) que la reproducción del proletariado está vinculada más y más con la reproducción del capitalismo y (2) la cualidad inconclusa de la subsunción real que constantemente empuja la expansión del capitalismo, cuestiona nuestro agenciamiento personal y colectivo más que nunca. Pero nuestra propia mercantilización no sólo está ocurriendo en un nivel supra-personal (socio cultural y económico), sino también en un nivel infra-personal. Al igual que con la mercantilización de la conciencia, el materialismo histórico se reúne con el materialismo eliminativo.


No obstante, el filósofo Ray Brassier hace urgente la necesidad de agenciamiento aunque tengamos la necesidad de reconsiderar que es el yo. Brassier se explaya en una conversación privada: “El punto es que la fabricación de la conciencia y por lo tanto de la individualidad – es decir, la objetificación de la subjetividad – solo puede ser impugnada a través de la objetivación correlativa de la subjetividad; una que re-inscribe esta última en el ámbito objetivo, pero como un pivote entre procesos sin-razón y normas conceptuales: la racionalidad es una capacidad instanciada y distribuida colectivamente, que puede ser canalizada en vectores agenciales en puntos sensibles cruciales – que apuntan a qué intervención es requerida – sólo en la medida en que la constitución de un agente no sea subordinada a la actividad de un individuo o un grupo de individuos.”19


Improvisación Negativa


Arika, una organización en Escocia que ha estado organizando eventos de música, cine y arte experimental desde 2001, se ha vuelto cada vez más cautelosa sobre el supuesto potencial crítico de la improvisación y la música experimental en general. Ellos afirman con razón que la música no es sólo música y que siempre es un producto de los ricos y complejos factores sociales, filosóficos, políticos y económicos. Algunas de sus ideas apuntan hacia esta improvisación negativa, en el sentido de que ellos no solo cuestionan cómo la noción de valor ha producido un contexto específico, sino también cómo nuestro proceso de sujetivación es parte de esta valorización. Para contrarrestar esto, ellos sugieren que los artistas debiesen “cultivar procesos de no-creatividad con el fin de evitar la producción de ellos mismos como mercancías. […] Acciones que parecen carecer de cualquier tipo de maestría artística: no-creatividad, no-originalidad, ilegibilidad, apropiación, plagio, fraude, robo, y falsificación como tu arte o tu propia provincia y preceptos; la gestión de información, databasing y procesos extremos como metodologías; y aburrimiento, falta de valor y falta de nutrición como un ethos”.20


Siguiendo la no-filosofía de François Laruelle, Jarrod Fowler es un músico y científico que ha extremado las sugerencias de Arika, incluso antes de que fuesen formuladas.21 Programado para actuar en el concierto final del festival organizado en Dundee, Escocia (2010) por Arika, Kill Your Timid Notion, Fowler no dio a conocer sus métodos ni antes ni durante el festival. En el día del concierto final, Fowler se puso en huelga a sí mismo, suspendiendo las condiciones espacio-temporales de su actuación, mientras que mantenía de manera inconsistente su asistencia como miembro del público general. Por lo tanto, la actuación de Fowler fue una no-actuación. Mi conjetura es que muchos miembros del público estaban completamente inconscientes de esta no-actuación. Sin embargo, para quienes estaban al tanto, esta no-actuación abrió una caja de Pandora. Fowler drásticamente socavó no solo las convenciones de un concierto, pero también a sí mismo como músico – no proporcionó sonidos a los asistentes, sino que su simultánea e idéntica ausencia y presencia. Desde la perspectiva de la improvisación tradicional, esto no da mucho a que aferrarse: quizás sonidos ambientales y corporales, o una anécdota que pudieras compartir con un par de amigos. No obstante, la no-actuación de Fowler expande la improvisación y cuestiona directa y radicalmente formas de valor equivalentes.22 Aunque la no-actuación de Fowler puede ser problemática en su accesibilidad y corre riesgo de caer en el obscurantismo, su huelga desafió los roles establecidos de la música y de la audiencia, generando fragilidad en la situación – tanto en términos de organizadores como de espectadores – al mismo tiempo proponiendo métodos alternativos para hipotetizar sobre lo que la producción de música experimental puede significar hoy en día.


Los artistas y músicos involucrados en la improvisación negativa participan en el proceso dialéctico siendo capital humano por un lado y siendo sujeto por otro. Esto funciona de manera similar a la insistencia de la comunización en la abolición de identidades en el mundo del capital, en vez de refinarlas. Esta improvisación negativa ya no se basa en la libertad individual, sino que está basada en el cuestionamiento de la libertad, al mismo tiempo que reconsidera lo que podría ser la individualidad y la colectividad. Todo esto sucede mientras se subvierte el rol del artista como músico o improvisador (es decir, ya no siendo un especialista). Siguiendo a Brassier, si la improvisación quiere reclamar alguna agencia necesitará: (1) distinguir agenciamiento de individualidad; (2) distinguir “hetero-autonomía” racional de libertad del sentido libertario/espontáneo; (3) materializar el trabajo cognitivo de tal manera en que se exponga la mercantilización inmaterial del trabajo.23


Los improvisadores encarnan todas las características precarias del trabajo contemporáneo – tanto en su práctica como en su vida diaria. La pregunta sería como incorporarlos a una práctica de improvisación que pudiese materializar nuestras inseguridades. Actualmente, nuestra crisis no es solo de tipo económico, sino también cultural. Si hay una práctica que debiese reconocer esto y ser capaz de tomar esta crisis como potencial en su fragilidad extrema, es la improvisación. Fuera de esto, necesitará generar una forma de agenciamiento que vaya más allá del mismo improvisador. Podría asemejarse al intelecto general que menciona Théorie Communiste, pero siendo uno que cuestiona constantemente sus propios parámetros y mina sus propias convenciones sin rehuir la confrontación. En lugar de experimentar con instrumentos, sería experimentar con nosotros mismos, las condiciones materiales y relaciones sociales más amplias. Esta improvisación negativa aceleraría situaciones, hasta el punto de reflejar nuestras imposibilidades y nuestras limitaciones al producir situaciones donde nos vemos confrontados con la negatividad de nuestros tiempos. Desde esta negatividad, esta improvisación intentaría generar una forma de agencia que pueda vincular la libertad con la racionalidad colectiva, en lugar de hacerlo por medio de la expresión individual.


Anti-Copyright


Gracias a Marina Vishmidt, Anthony Iles, Ray Brassier, Liam Sprod, Marysia Lewandowska, y Laurel Ptak por sus comentarios y sugerencias.



1 – Para una discusión detallada sobre las conexiones entre la improvisación y capitalismo contemporáneo ver Matthieu Saladin, “Puntos de Resistencia y Crítica en la Improvisación Libre: Observaciones sobre una Práctica Musical y Algunas Transformaciones Económicas”, en Capitalismo & Ruido, eds. Anthony Iles and Mattin (Donostia: Arteleku Audiolab, 2009); disponible para su descarga en http://blogs.arteleku.net/audiolab/ruido_capitalismo.pdf.


2 - Frederic Rzewski, miembro de Musica Elettronica Viva (un grupo formado en Roma en 1966 que concibe la música como un proceso colectivo, colaborativo, con improvisación e instrumentos electrónicos en vivo), lo expresa claramente: “La música libre no era meramente una moda de la época, y no era una mera forma de entretenimiento. También se consideró conectada con los movimientos políticos que en ese momento se propusieron cambiar el mundo – en este caso, para liberar el mundo de la tiranía de las formas tradicionales obsoletas.” Frederic Rzewski, “Pequeñas Explosiones: Una Teoría Nihilista de la Improvisación”, en Audio Culture: Readings in Modern Music, eds. Christoph Cox y Daniel Warner (Nueva York: Continuum, 2004), 268.


3 – La Scratch Orchestra era un ensamble de música experimental con un énfasis en la improvisación. No se requería ser músico y cualquier persona podía participar. Fue formada en 1969 por Cornelius Cardew, Michael Parsons y Howard Skempton, y terminó en 1974 principalmente debido a los desacuerdos políticos entre las diferentes facciones que se desarrollaron en el grupo. El grupo ideológico de Cardew estaba más inclinado hacia las políticas de partido, mientras que los Slippery Merchants tenían un enfoque más artístico y anárquico. La película Travesía al Polo Norte (Journey to the North Pole) de 1971 del realizador Hanne Boenisch, documenta algunas de las discusiones y tensiones que surgieron en la orquesta.


4 – Como me mencionaba Anthony Iles al leer este texto, no querían que se pensara de ellos como “softies” o “hippies”, así que se fueron a la rama más autoritaria de las políticas de izquierda de la época!


5 – Tony Conrad, “LYssophobia: On Four Violins”, en Audio Culture, 316.


6 – Cornelius Cardew, “Hacia una Ética de la Improvisación” (1971), en Cornelius Cardew (1936-1981): Un Lector, ed. Edwin Prévost (Harlow: Copula Press, 2008), 126.


7 – Conrad, “LYssophobia”.


8 – Bruce Russel, “La Explosión de la Atmósfera: Percatarse del Potencial Revolucionario de 'la Última Canción Callejera”, en Reverberations: La Filosofía, Estética y Políticas del Ruido, eds. Michael Goddard, Benjamin Halligan, y Paul Hegarty (London: Continuum, 2012), 245.


9 – Ibid., 252.


10 – Théorie Communiste, Endnotes, Riff Raff y Blaumachen publican Sic – Diario Internacional por la Comunización. Ver http://sic.communisation.net


11 - “Para Marx, el valor-forma es una expresión del carácter dual del trabajo en el capitalismo – su carácter como trabajo concreto aparece en el uso-valor de la mercancía, y su carácter de trabajo abstracto aparece en la forma-valor”.

Comunización y Teoría de la Forma-Valor”, Endnotes 2 (Abril 2010), http://endnotes.org.uk/articles/4.


12 Para una explicación detallada de programatismo ver Théorie Communiste, “Mucho Ado Sobre Nada”, Endnotes 1 (Octubre 2008), http://endnotes.org.uk/articles/13.


13 Michael Hudson, “Desde Marx a Goldman Sachs: Las Ficciones del Capital Ficticio, y la Financialización de la Industria”, Critique 38, no.3 (2010; disponible en http://michael-hudson.com/2010/07/from-marx-to-goldman-sachs-the-fictions-of-fictitious-capital1/.


14 – Karl Marx, “Tercer Manuscrito: Propiedad Privada y Trabajo”, disponible en http://www.marxists.org/archive/marx/works/1844/epm/3rd.htm.


15 – Para una descripción crítica de periodización ver “La Historia de la Subsunción”, Endnotes 2 (Abril 2010), http://endnotes.org.uk/articles/6.


16 – Ibid.


17 – Marina Vishmidt en intercambio con Neil Gray, “La Economía de la Abolición/Abolición de la Economía”, Variant 42 (Invierno 2011), http://www.variant.org.uk/42texts/EconomyofAbolition.html.


18 – Théorie Communiste, “Théorie Communiste Responde”, Aufheben 13 (2005).


19 – Ray Brassier en un email dirigido al autor, Febrero 2013.


20 – Arika y Glasgow Open School, “Manifesto Colectivo Intento 1”, entregado en Instal 10 en Glasgow, 2010.

Publicado en español en el fanzine madrileño Ursonate, numero 003 (diciembre 2013).


21 – Fowler mantiene el sitio http://www.nonmusicology.com. Desde 2010, Fowler, en colaboración con Masafumi Ezaki, Kieran Daly, Moe Kamura, Taku Unami, etc., ha “actuado-sin-actuación” indistinguibles experimentos no-musicales en Japón, Francia, Noruega y los Estados Unidos.


22 – Benedict Seymor señala las conexiones entre estos tipos de prácticas y el capital ficticio. Oponiéndose a prácticas improvisatorias anteriores, Fowler te hace conciente de la crisis actual. El punto entonces sería cómo llevarlo más allá de forma colectiva. Ver Benedict Seymor, “Corto Circuitos: Finanzas, Retroalimentación y Cultura”, Mute 3, no. 1 (Julio 2011), http://www.metamute.org/editorial/articles/short-circuits-finance-feedback-and-culture.


23 – En un email con el autor en Febrero 2013, Brasier se explayó sobre esto: “El trabajo cognitivo retiene la capacidad de exponer su propia mediación mercantilista. Esto no es para decir que puede deshacerla milagrosamente, pero si la necesidad de vincular la teoría a la práctica significa algo, significa que la necesidad de entender y explicar el capitalismo ya presupone un vínculo crucial entre la eficacia cognitiva y práctica”.